Hace ya demasiados años que sin yo saberlo había comenzado a gestarse lo que hoy es «El beso de Fausto».
«El beso de Fausto» es un relato, es cierto, también es el título de una recopilación de relatos que se aventura a leer, pero para mí es más, mucho más.
Esta colección de historias es el principio de un camino que no acababa de encontrar tras varios años de trabajo en el campo audiovisual. Me pasaba el día construyendo historias para ser mutadas en guiones cinematográficos, y en ese proceso creativo una parte de mí actuaba como libre creador y la otra, de más peso para cualquier cineasta incipiente, era un férreo y censor productor.


Yo mismo era quien mutilaba las alas de mi imaginación, y la castración creativa estaba servida. Es probable que el vertedero municipal de San Sebastián duerma cubierto por buenas historias que un buen día llegaron a él hechas una bola, acompañando desperdicios seguramente mejor utilizados que mi fantasía.

«El beso de Fausto», insisto que sin saberlo, empezó a concebirse el día que mandé al carajo a mi yo productor y a mi yo guionista, y decidí escribir por el solo placer de hacerlo.

Si se me da bien la pluma, o no, tendrá que juzgarlo el lector – supongo que si ha llegado a sus manos, algún editor ( ene ste caso yo mismo) habrá creído en mi trabajo . Lo cierto es que hasta ahora, en ningún momento escribí una sola línea para llegar a nadie más que a mí mismo.

He de reconocer que si empaco estos relatos como una unidad es por la necesidad de que quien quiera leerme pueda hacerlo, pues estaba empezando a cansarme de distribuir fotocopias en mi ámbito privado, al que la curiosidad primero, y el fanatismo después, les hacía insistir con envidiable constancia.

Algunas de estas historietas han visto la luz en varias publicaciones de mayor o menor nombre – generalmente menor – e iba teniendor ganas de cobrar por entretener al prójimo.

Ninguno de mis lectores hasta el momento, comparte la opinión de que mis relatos no son otra cosa que pequeñas paranoias sobre la vida cotidiana de personas que buscan desesperadamente el amor y la comprensión.

-¿Cómo que historias de amor?-. Esta suele ser la respuesta habitual.

Espero que ahora pueda encontrar alguien que esté de acuerdo conmigo.

Todos y cada uno de los doce relatos que puede leer ahora han partido – al menos su germen así lo hizo- de los informativos radiofónicos.

¡Lo juro!

También es cierto, tengo que admitirlo, que es muy probable que ni los propios protagonistas de las anécdotas originales las reconociesen.

Pero qué más da.

He querido incluir «Rosaura, una adaptación para el cine», por haber comprendido que en el fondo lo que he contado sobre la génesis de mi trabajo no es más que una estupidez. Una historia es una historia, independientemente del medio que la difunda.

«Rosaura, una adaptación para el cine» no es otra cosa que el eslabón que cierra un ciclo importante para mí. Había querido olvidar el cine y en el fondo no hice otra cosa que elaborar sinopsis y desarrollos – mejores o peores- de historias con tal componente visual – no siempre evidentemente- a los que sólo restaba la orden de ACCION.

Que usted los disfrute tanto como yo al escribirlos.

San Sebastián, 10 de Abril de 1995.

Este texto aparecía a modo de prólogo en la edición casera que hice de El beso de Fauso, una recopilación que incluía los siguientes relatos:

  1. Aparcamiento reservado.
  2. ¡Feliz aniversario, cielo!
  3. Un siniestro urinario.  Cuyo título original fue La Plaza de Pinares.
  4. La yegua que mató a Clara.
  5. Rosaura.
  6. Seis mujeres para el asesino.
  7. El filete vengador.
  8. El heavy triste.
  9. La hermana de Norman Bates.
  10. Carta de andreas López al Juez de guardia.
  11. El beso de Fausto
  12. Rosaura. Una adaptación para el cine.

 

© “A modo de prólogo”. es un un artículo de Oriol Villar-Pool