La observación de puertas y ventanas por las que hace ya demasiado que nadie se asoma, me llevan siempre a fantasear acerca de quienes ya no están. Aquellos que con su esfuerzo consiguieron poner en pie estos edificios. Lo hicieron con el sudor, el dolor, la ilusión y muchas monedas que ahora quedaron atrás, como su esfuerzo, su pasado y su vida.
El abandono
Desde lo más profundo de la memoria de mi más remota infancia. Desde los tiempos de los que apenas guardo recuerdos. Desde entonces me resultan fascinantes los lugares sin vida. Aquellos espacios que fueron concebidos para albergar a la vida, para ser habitados, para ser usados en las tareas cotidianas de la vida. Lugares que nacieron con la intención de no morir nunca, de acompañar a quienes los habitaban y a quienes tenían necesidad de ellos para el desarrollo de sus actividades, fueran cuales fueran estas.
Incluso un tanatorio es uno de esos lugares en los que aunque sus habitantes ya no estén allí para disfrutarlos, sus cuerpos sí que lo hacen, aunque tan solo sea por un tiempo con brevísima fecha de caducidad, el previo al gran viaje.
Hospitales, hoteles, fábricas, edificios de viviendas, estaciones de autobuses y trenes. Edificios públicos, como los ministerios, diputaciones, consejerías y concejalías. Edificios estos nacidos con la vocación de administrar lo público y reconvertidos en inmensas maquinarias para el mal.
Cuando el valor no me abandona
Cuando el valor no me abandona me adentro en estos lugares sombrios y empapados de silencio. Son lugares en donde hay que extremar la vigilancia ante la incertidumbre de la aparición de sus posibles nuevos moradores, habitantes con un estricto sentido de la propiedad que a otros no reconocen. Alerta ante el posible desplome de techos y paredes. En ocasiones así la adrenalina se excita, la curiosidad se dispara y la capacidad inagotable de sorpresa dilata durante intantes interminables una nueva vida. Una vida alejada de la motononía cotidiana.
Cuando el valor no me abandona me adentro en estos lugares sombrios y empapados de silencio. #OriolVillarPool #OriolVillar #ElSilenciodelosLocos #Fotografías Compartir en X
La observación de puertas y ventanas por las que hace ya demasiado que nadie se asoma, me llevan siempre a fantasear acerca de quienes ya no están. Aquellos que con su esfuerzo consiguieron poner en pie estos edificios. Lo hicieron con el sudor, el dolor, la ilusión y las monedas que ahora quedaron atrás, como su esfuerzo, su vida y su pasado.
La muerte de los edificios, como la de las personas que los habitaron, me transporta a los territorios de la nostalgia y de la melancolía. Imagino a la última persona que cerró esa puerta, ahora reventada. Quien miró hacia atrás con la intención de obtener la ultima captura del espacio en donde, feliz o no, su vida transcurrió durante un tiempo que en definitiva resultaría fundamental en su biografía y en su memoria.
En cierta ocasión
En cierta ocasión me encontré en la calle con alguien a quien conocía desde hacía tiempo. Estaba detenido frente al portal que yo sabía había sido la casa de sus padres. El lugar en donde había vivido su infancia. El hogar del que partió para iniciar su propia vida. Era un tipo por lo general alegre, que se investía con una aureola de hombre fuerte y duro, alguien ajeno al sentimentalismo y la debilidad. Cosas que fingía dejar para los demás.
Se encontraba allí detenido frente al portal abierto de par en par. Fumaba un cigarrillo tras otro apoyado en un camión de mudanzas. Le pregnté qué tal estaba, a lo que respondió con un bien más falso que cierto. Al interesarme por lo que hacía allí, frente a la casa familiar vacía desde la muerte de su madre hacía más de un año, me contó que estaban desalojando la vivienda. Que habían vendido la casa y que había que retirar todo aquello que en otro tiempo había sido adquirido con el paso del tiempo y el devenir de la vida.
Mientras hablábamos los operarios de la empresa de transportes fueron cargando el camión. Introdujeron en él todos sus recuerdos, objetos que iban dejando tras de si espacio libre en la casa y que ponían fin así a una etapa fundamental en su vida.
Objetos que iban dejando tras de si espacio libre en la casa y que ponían fin así a una etapa fundamental en su vida. #OriolVillarPool #OriolVillar #ElSilenciodeloslocos #Fotografia Compartir en X
Pude ver como sus ojos enrojecían. Trataba sin éxito de contener sus lágrimas al reconocer unos muebles y enseres ya sin dueño. Esto es muy duro me dijo. Estaba solo. Me confesó que ninguno de sus hermanos había querido acompañarlo, no por no estar con él en esos instantes, sino porque consideraban que él sería el único capaz de soportar una escena tan dolorosa sin venirse abajo. Sentí que él agradecía su soledad, así evitaría que sus hermanos vieran en él a alguien que no era tan duro como parecía. Alguien que, oculto tras su musculosa seguridad, también escondía un corazón que ahora se despedazaba sin remedio.
Comprendí tras finalizar el cigarrillo
Comprendí tras finalizar el cigarrillo que me había ofrecido que era el momento de dejarle, de permitir que pudiera despedirse de su pasado de manera íntima. De que los operarios terminasen su trabajo. De cerrar la puerta por última vez, tras girar dos vueltas la cerradura de seguridad que su padre mandó instalar cuando el último de sus hijos abandonó el hogar. De que tras una última mirada, tras acariciar la puerta por útima vez, tras aprovechar la oscuridad del rellano poder lanzar un beso al aire.
Un gesto que sintetizara todo el amor y el cariño que fuera capaz de expresar antes de desdecender, peldaño a peldaño, las escaleras que le llevarían hasta el portal. Un gesto que dejaría paso a los nuevos inquilinos. Personas para las que esas paredes, las sombras rectangulares en el papel pintado no significarían nada más que los restos sin alma de un espacio al que habría que someter a una profunda reforma que lo hiciese habitable de nuevo. Un lugar en donde comenzar una nueva vida.
Me alejé de allí no sin antes, sin tan siquiera girame hacia él, saludar con un gesto a mi amigo. Imaginé que continuaba allí, apoyado en el camíon de mudanzas y fumando el enésimo cigarrillo de esa tarde de otoño. Comenzó a llover, crucé la calle y lo dejé allí sumergido en recuerdos que solo debían ser para él.
Me alejé de allí no sin antes, sin tan siquiera girame hacia él, saludar con un gesto a mi amigo. #OriolVillarPool #OriolVillar #ElSilenciodeloslocos #Fotografia Compartir en X
Johnny Cash, One
© «El abandono» es una fotografía de Oriol Villar-Pool.
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