Madrugamos, no sé cuanto, pero a mí siempre me parece demasiado. Otra vez a bordo de los vehículos. Recorremos el  parque a un paso tan lento que parece que no nos desplazamos, pero lo hacemos. No tengo ni la menor idea de qué es lo que vamos a ver pero por de pronto el paisaje del amanecer es un espectáculo maravilloso.

De repente:- ¡Look, Lions!

Día 5. PN Serengueti.

 

-¡Coño!¡Leones!

– ¡No fastiides!¿Dónde?

No muy lejos del coche y siempre demasiado cerca del campamento donde hemos intentado dormir. Allá tras unos pocos metros de matojos y bosque bajo se desperezan tres o cuatro leonas. No sé decir cuantas son, mis ojos se empeñan en ver el doble a causa de una emoción desbordada. Excitación que apenas acaba de abandonar el último sueño de la madrugada. Éstoparece que comienza a ponerse interesante de verdad. No había imaginado hasta entonces como sería mi primer encuentro con la naturaleza más salvaje.

Ahora nos observa una jirafa que arropa a sus cría entre sus patas infinitas; Más tarde un búfalo parace querer conocer nuestras intenciones al adentrarnos en su mundo. Decenas, centenares de Gacelas Thomson corren por doquier sin mostrar aprentemente un destino en sus corerias y/o una intención oculta en ellos. Y de repente, otra vez la nada. La vida animal parece haberse esfumado  como el humo de una fogata y nuesros vehículos ruedan con la soberbia de qu aquellos para los que el tiempo y la vida se mide en kilómetros a la hora. Aproximadamente  noventa minutos más tarde, tan solo nos rodea paisaje, paisaje y nada más y nada menos que paisaje. Impresionante, silencioso, devastado, salvaje pero paisaje a fin de cuentas. Paisaje que se extiende hasta mucho más allá que la mirada. Estoy encantado en mi mar de oro y fauna fantasmal.

Un paisaje que se extiende hasta mucho más allá que la mirada.Un mar de oro y una fauna fantasmal. #OriolVillar #OriolVillarPool #Africa #Safari #Serengueti #Viajes Compartir en X

Los ojeadores son individuos que rozan lo sobrenatural. Ven donde tú no ves y oyen en donde tú no distingues nada de nada. Tan solo el silencio y la soledad para tí, en ellos se transforma en señales de todo tipo que indican la ruta a seguir, las medidas que adoptar y las precauciones que tomar. Son fieras salvajes que parecen conducir sin más, sin prestar atención más allá de las dificultades que la pista pone ante nuestros vehículos,  pero que también, y sobre todo, son capaces de ver la cópula de dos mariposas a mil  metros en la oscuridad.

Resulta increible el grado de atención que parecen dominar. Lo hacen así como sin darle importancia, participando en la conversación, explicando cosas que a nosotros nos resultan inexplicables y bromeando con un extraño sentido del humor. Una sorna que en ocasiones resulta desconcertante pero que siempre es divertida.

-Twendi    isasa, Massawi. (Detente, Massawi)

-Simama. (Adelante)

Con estas órdenes nuestro safari parece algo más tanzano, y nos hace sentirnos Livinstone hablando en Swahili. Un rato más y leones y elefantes, guepardos y demás fauna, asoman su curiosidad a pocos metros de los vehículos. Ante nosotros como una representación mitológica asistimos a  un conato de cacería. Tres guepardos intentan, sin demasiado éxito,  de acorralar a una gacela. Pero ésta está más viva que ellos y, o no tienen hambre o no les hemos pagado los 10 USD (dólares americanos) reglamentarios, porque el amago de caza se queda en nada.

Regresamos al campamento, comemos, nos derretimos al sol. Tras un par de falsas anécdotas de nuestro guía, bien aderazadas con detalles apasionantes y terroríficos sobre la vida salvaje y los peligros de ésta para el pobre ser humano, acabamos tomando cervezas en el Seronera Wildlife Lodge, que se nos preseta como un verdadero paraíso y así nos lo parece.

Se trata de un agradable albergue construido sobre una isleta de roca llamada Kopje. Se encuentra situado en el centro del parque y es un espejismo en plena inmensidad natural. Allí podemos beber unas cuantas cervezas bien frescas y fumar un cigarrillo mientras el sol cae sobre la tierra como una inmensa bola de fuego, que en ningún otro lugar del mundo puede ser tan bella e indómita como lo es aquí.

Bebemos cerveza bien fresca y fumamos mientras el sol cae como una inmensa bola de fuego #OriolVillar #OriolVillarPool #Africa #Safari #Serengueti #Viajes Compartir en X

En un lugar como este, y ésto es algo que vamos a valorar cada vez más, un cuarto de baño es una joya que no tiene precio. No estamos alojados en el establecimiento pero, no obstante, meto mi cabeza bajo el grifo de un lavabo y la pasta sólida y marrón, en la que el polvo y el sudor han convertido mi pelo, comienza a recobrar su habitual aspecto. Lo cierto es que hasta varios días después, todavía podía sacar tierra, a poco que hurgase en casi todos los orificios y cavidades de mi cuerpo. De la ropa, mejor ni hablar. Tras el lavado nos sentimos como «señores». No es Memorias de África pero la sensación es maravillosa.

Cuando ya por fin regresamos al campamento,  docenas  de búfalos nos observan con curiosidad a ambos lados de la pista. Las gacelas Thomson corretean por todas partes. No muy lejos, quizá demasiado cerca, dormita sobre la rama de un árbol un leopardo. Nos ignora con la indiferencia de quien se sabe el dueño de todo aquello, y parece que no le impresionarle en absoluto.

Después de una cena exquisita, nos eredamos en una interminable y excitada tertulia y tras una sobredósis consciente de antidiarreícos, decido acostarme. Soy plenamente consciente de que he tomado serias precauciones para evitar salir en toda la noche. Lo cierto es que no tengo ninguna gana de encontrarme cara a cara con la sonrisa traidora de una hiena. Una de esas que te esperan al regreso en la puerta de tu tienda cuando creías vencidas a las fuerzas de la naturaleza.

Pues bien, me siento tranquilo con mi macedonia de cápsulas de colores bailando en mi estómago y el culo lo suficientemente apretado para resistir oculto en mi refugio hasta el amanecer.

Poco a poco dejo de escuchar voces a mi alrededor. Ya apenas se oye ningún otro sonido que no sea lo que se considera aparentemente normal. Entonces, como una sorpresa anotada al margen en el guión de mi expedición, ocurre aquello que temía y deseaba a partes iguales. Suena algo parecido a un trueno y escucho con aterradora claridad algo de lo que siempre había oído hablar. Algo que nunca pude imaginar que puediera llegar a ser así. Algo que sé  que por mucho que lo describa jamás podré transmitir la emoción que me produce y la excitación que provoca en todo el grupo.

Como una sorpresa anotada al margen ocurre lo que temía y deseaba a partes iguales #OriolVillar #OriolVillarPool #Africa #Safari #Serengueti #Viajes Compartir en X

De entre la nada, de más allá de la noche de Serengueti,  nacido en las profundidades de la tierra africana, como algo sobrenatural, escucho con la claridad que da la proximidad el rugido de un león. Es algo que resulta impresionante, emocionante, excitante, aterrador, de otro mundo. Yo que sé cuantas cosas más podrían decirse de la constatación de que nos encontramos en pleno corazón del continente negro.

De modo alborotado regresan a mi memoria todas las películas de Tarzan que vi en mi niñez. Cintas en las que los Gaboni corrían despavoridos ante el solo sonido del rugido del rey de la selva, mientras Jonny Weismuller miraba impasible hacia el horizonte. Con pericia e instinto animal localizaba sin lugar al error la posición de aquella fiera que aterrorizaba a los nativos.

Massawi me recuerda algo que yo ya sé, aunque en estos momentos preferiría haber olvvidado. Massawi sonríe mostrando su blanca y deslumbrante dentadura. Levanta su mano derecha, señala hacia la sabana más próxima y afirma que el rugido de un león puede escucharse hasta una distancia de ocho kilómetros. Quiero suponer que lo dice para tranquilizarnos, pero a continuación remata su sentencia, pero este está bastante cerca, mientras mantiene su índice señalando hacia la noche más oscura.

No recuerdo haber pasado una noche peor en toda mi vida. La emoción, una casi segura y temida diarrea, y el horror que me domina con sólo pensar en tener que salir de mi tienda de campaña, me hacen romper a sudar. En estos momentos hubiera deseado haber perdido el avión en el aeropuerto de Londres unos días antes. Días que parecen semanas y noche que parecen siglos.

Cómo iba yo a imaginar en el Duty Free Shop de Gatwick, mientras compraba una maquinilla de afeitar a pilas, que lo que realmente iba a necesitar era un retrete portátil.

Cosas de la vida.

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© “Pole Pole AFRICA. Look, Lions” es un un texto de Oriol Villar -Pool