Rosaura es un personaje y un relato que provienen de lo más profundo de mis recuerdos infantiles. Las interminables tardes de verano en el campo, en ocasiones se veían alteradas por la vida social de la familia.

Por aquel entonces los amigos de mis padres eran muchos y además los recuerdo como alegres y ruidosos. La noche de San Juan siempre ha significado para mi el comienzo del verano, pero lo que es mas importante, era el aniversario de boda de mis padres.

Eso signigficaba que una fiesta  importante, la más importante del año tendria lugar y todos nos afanábamos para que todo saliese a la perfección.

En ese contexto es cuando la historia de Rosaura y las desventuras del probre Tristán tienen lugar…

…Siempre que lo releo, este texto me evoca recuerdos entrañables y un poco mágicos, confío en que a tí te ocurra lo mismo.

Si te apetece dar tu opinión no dudes en hacerlo en los comentarios que encontrarás al final del texto. Me encantará conocer tus opiniones sobre este relato y el tema tratado en él.


Tristán atravesó al galope el hall y cruzó la cocina como una exhalación, hasta sumergir su cabeza bajo el grifo del fregadero. En su carrera dejó un reguero de tierra húmedo, desprendido de entre los tacos de las botas de fútbol que papá le regaló el día de su cumpleaños.

El agua refrescó sus jadeos. Tras una cortina transparente observó a mamá sentada junto a Rosaura, la doméstica, que dictaba como todas las semanas una carta para Germán, su «chaval».

Bastó una mirada de su madre para que Tristán, escoba y recogedor en mano, desanduviese su recorrido, paso a paso, hasta el felpudo de la entrada principal de la casa haciendo desaparecer todo resto de barro que alterase la plácida monotonía de una tarde de Agosto.

Tristán tenía doce años y era un niño como cualquier otro. Inquieto y divertido; activo e infatigable. Pero también pesado e insoportable hasta extremos irritantes. Capaz de agotar a todo adulto que le tratara. En suma, un niño como todos.

Pero existía en su personalidad – creo que hoy en día todavía sufre y disfruta de esa capacidad – una gran facilidad para intuir hechos futuros.

No se trataba de un visionario… ¡No!

Vagamente, a veces y con exactitud pasmosa, más valía estar prevenido.

Pero existía en su personalidad una gran facilidad para intuir hechos futuros. No era un visionario...¡No! #OriolVillar #Relato #Rosaura Compartir en X

Esta cualidad hacía de Tristán un personaje singular y diferente a los demás. Todos los que hemos sido niños sabemos lo que esto significa en un mundo de héroes en miniatura. El desprecio, la humillación y, por consiguiente, el aislamiento y la soledad. Esto favorecía su, ya de por sí innata, predisposición al refugio en un mundo interior, en el que ficción y realidad giraban fugaces en una espiral sin fin.

En la cocina, un tenedor golpeaba con firmeza el fondo de un plato sopero, en el rítmico batir con que Rosaura prepararía la tortilla de patatas de cada noche.

La familia cenaba en la terraza, al calor del fuego que crepitaba en la chimenea.

Papá comía en silencio mientras mamá contaba, indiscreta, secretos robados de las cartas de amor de Rosaura.

La pequeña Carlota, de seis años, hurgaba su nariz.

Decenas de insectos revoloteaban excitados en una danza mortal, estrellándose con los dos farolillos amarillos que bañaban con su luz las tortillas y ensaladas, para las que Rosaura se daba tan buena mano.

Gary Cooper aguardaba su destino incierto, sólo y abandonado en una calle desierta, dentro de un moderno televisor en blanco y negro. Rosaura seguía acongojada aquella historia, con el cuerpo dormido de Carlota entre sus fornidos brazos. Papá y mamá discutían con rutina en la planta alta. Todo era normal.

El cuerpo voluptuoso y desnudo de Rosaura, cruzó fugazmente la mente de Tristán. La miró con disimulo y la descubrió sonriente gozando del, por él intuido, final feliz.

Rosaura acostó a Carlota en su camita. Encendió un enanito de goma, de cuyo interior brotaba una tenue luz anaranjada que bañaba, con infantil ternura, las blancas paredes de la habitación. Tras esto, dio un beso de buenas noches a Tristán que atisbó, indiscreto y curioso, sus hermosos pechos, a través del escote del gris uniforme que siempre vestía la muchacha.

Las luces fueron dando paso a la noche, a medida que los pasos de la criada se transformaron en silencio.

El cri-cri de millares de grillos y el lejano romper del agua en la fuente, retumbaban intensamente en las sienes de Tristán que, apostado tras las rejas que guardaban el dormitorio de Rosaura, espiaba su excitante stipteasse.

Había cosas que el niño no entendía…, pero aquello era genial.

Sus pies se enfriaban, pero el lento descubrir de aquel cuerpo, hacía de su corazón un volcán. Tembloroso, tragó saliva.

Rosaura arrodillada a los pies de su cama, agradecía a Dios los favores concedidos durante la jornada.

La luz azul de la luna teñía con suavidad el techo del dormitorio. Tristán, ya en su cama, lo miraba pensativo.

Las botellas de cristal chocaban entre sí, cada vez que la nevera ponía en marcha su motor.

Una moto lejana devolvía a alguien a su hogar.

El sueño venció a la razón, y la noche dominó la turbulenta cabeza del niño.

*

Todos trabajaban sin descanso. Ultimaban los mínimos detalles para la cena de aniversario que sus padres ofrecían, esa noche, a un numeroso grupo de amigos. El día había sido estupendo y todo estaba a punto.

Cuando eventos como éste tenían lugar, Tristán se transformaba en el perfecto mayordomo. A él esto le divertía y así podía participar, a su manera, en una fiesta que de otro modo tendría que espiar desde lo alto de las escaleras del comedor.

Pero esa misma mañana, Tristán había visto morir calcinada por un rayo a Rosaura.

Pero esa misma mañana, Tristán había visto morir calcinada por un rayo a Rosaura. #OriolVillar #Rosaura #relato Compartir en X

Trató de prevenir a la muchacha, pero la impaciencia y su falta de tacto le hicieron ser demasiado directo y claro, lo que la aterrorizó y ya no consiguió dar pie con bola durante el resto de la jornada.

Su madre le regañó disgustada.

El conocía el desenlace y pensó que un cuerpo como el de Rosaura merecía algo mejor que acabar sus días como un pincho moruno, atravesada y frita por un relámpago traidor.

Todo parecía perfecto.

Sus padres caminaron hasta la carretera para esperar allí la llegada de los primeros invitados.

Fue en el mismo momento en el que su padre prendió la llama de su mechero para encender un cigarrillo, cuando ambos descubrieron un gran nubarrón, negro y aterrador, que se acercaba veloz y decidido hacia la casa, cada vez más pequeña e insignificante.

Sin tiempo de reaccionar, presenciaron estupefactos como un gigantesco chispazo estalló en el cielo.

Un cuchillo de fuego asesino, cayó brutal sobre el tendido eléctrico, convirtiéndolo en una línea ardiente que abrasó uno tras otro, todos los transformadores del valle hasta llegar al suyo. Este explotó cargando la eléctrica atmósfera con un mar de fuego y humo que dejó a oscuras a una comarca aterrorizada y sorda por un trueno, como los ancianos dijeron no haber escuchado jamás.

– ¡ROSAURA! – Gritaron a un tiempo los dos, mientras corrían a resguardarse de una gruesa y fría tromba de agua que inundaba sin compasión los sedientos campos.

La casa era una densa negritud. Carlota lloraba con desconsuelo en algún lugar de la noche. Sus padres la llamaban a gritos buscándola por todos los rincones que un mechero podía iluminar. Parecía habérsela tragado la tierra.

Un halo de luz blanca penetró por la puerta principal de la casa precediendo a una lámpara de camping que, en manos del padre de los niños, les ayudaría en la búsqueda de Rosaura.

Entre las sombras, en un rincón, aparecieron los grandes ojos aterrorizados de Tristán.

– ¿Dónde está Rosaura? – preguntó nervioso su padre.

– No lo sé – respondió con dificultad el muchacho. – No lo sé… pero… no le ha pasado nada.

Rosaura lloraba, desconcertada y temerosa, cubierta de mantas en un rincón de su oscura habitación. Abrazó gimoteando a la señora al sentirse a salvo, y ésta la consoló en su llanto aterrado. Al abrir sus húmedos ojos pudo distinguir, en la penumbra, junto a la puerta, a Tristán que la observaba con la mirada vidriosa, rota por un llanto contenido.

*

El aceite hervía en la sartén.

El cuerpo de Rosaura se balanceaba al rítmico compás que aplicaba a la torilla.

La sintonía de Hawai 5-0 sonaba en el lejano televisor, y la señorita Francis aconsejaba con sabiduría en el transistor.

Fue entonces cuando Rosaura se sintió observada desde el exterior de la habitación, a través de la ventana enrejada.

Tristán la miraba con sus grandes ojos temerosos.

En su gesto se adivinaba una reprimida sonrisa. Ella trató de no corresponderle, pero en vez de odiar a aquel niño, lo adoraba, y no pudo disimular un gesto de complicidad.

Volvió la tortilla, con una habilidad circense, sin apartar su mirada de la de Tristán, y le envió un beso que surcó veloz el caldeado aire de la cocina.

El niño la miró feliz, y sin pensarlo dos veces afirmó sonriente:

– Qué suerte que a veces me equivoco. ¿verdad?.

La sintonía de Hawai 5-0 sonaba en el lejano televisor, y la señorita Francis aconsejaba con sabiduría en el transistor. #OriolVillar #Rosaura #Relato Compartir en X

¿Quieres leer la adaptación para el cine que hice de este relato?
Pues hazlo leyendo Rosaura. Un guión de Oriol Villar-Pool

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© “Rosaura” es un un relato de Oriol Villar-Pool