En momentos en los que el final de la vida llega lanzando sus señales. Ahora débiles y con sutilidad, ahora contundentes e irreversibles. En esos instantes de soledad, de dolor, de desconcierto y desamparo. Es entonces cuando vienen a la cabeza los pensamientos que siempre latieron en lo más profundo de cada uno de nosotros y jamás permitimos aflorar por el simple y puro terror a frontar el final.
El final de los seres queridos. El final de las etapas de la vida. El final de la generación de nuevos recuerdos. Y también el principio de la añoranza. El principio del la nostalgia. Y el principio, lo queramos o no, del olvido.
Hoy en día morimos en los hospitales. Los mismos que nos vieron nacer y que nos arroparon en nuestras crisis vitales. Los mismos centros sanitarios que nos atendieron cuando sufrimos y nos devolvieron a la vida cuandro creímos perderla.
Pero en esta ocasión, cuando la parca llama definitivamente a la puerta de cada uno de nosotros, es cuando el hospital, ese inmenso centro milagroso se transforma en el fúnebre albergue de los que van a respirar por última vez, de quienes cerrarán los ojos para no volver a abrirlos jamás.
Si te apetece dar tu opinión no dudes en hacerlo en los comentarios que encontrarás al final del texto. Me encantará conocer tus opiniones sobre este poema y el tema tratado en él.
Un final inesperado.
De ronda con la parca
acariciando la muerte,
un salto al más allá.
Una noche en soledad,
una larga oscuridad,
el abrazo a una duda,
al desconcierto y al temor.
Un arrebato final,
un mudo canto de sirena,
un brindis a una grada vacía,
una cornada fatal.
El miedo late ausente
con incierta curiosidad.
El pasado ya no es nada
y el futuro ya está aquí.
En la cama articulada
de un sórdido hospital.
La cálida mano de un hijo
que solloza junto a mi.
Que espera mi último hálito
con desamparo y con dolor.
Todo nace y todo acaba
y no por conocido
deja de parecer
un final inesperado,
una partida fugaz.
Tengas fe o no la tengas
en el instante crucial
somos uno y somos todos.
¿Somos todos iguales?
Unos más igual que otros
afrontamos la partida.
Con paz, serenos y en armonía
o a golpes con la vida,
con la vida que perdemos,
y con la que está por llegar.
© “Un final inesperado” es un poema de Oriol Villar -Pool
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