En momentos en los que el final de la vida llega lanzando sus señales. Ahora débiles y con sutilidad, ahora contundentes e irreversibles. En esos instantes de soledad, de dolor, de desconcierto y desamparo. Es entonces cuando vienen a la cabeza los pensamientos que siempre latieron en lo más profundo de cada uno de nosotros y jamás permitimos aflorar por el simple y puro terror a frontar el final.

El final de los seres queridos. El final de las etapas de la vida. El final de la generación de nuevos recuerdos. Y también el principio de la añoranza. El principio del la nostalgia. Y el principio, lo queramos o no, del olvido.

Hoy en día morimos en los hospitales. Los mismos que nos vieron nacer y que nos arroparon en nuestras crisis vitales. Los mismos centros sanitarios que nos atendieron cuando sufrimos y nos devolvieron a la vida cuandro creímos perderla.

Pero en esta ocasión, cuando la parca llama definitivamente a la puerta de cada uno de nosotros, es cuando el hospital, ese inmenso centro milagroso se transforma en el fúnebre albergue de los que van a respirar por última vez, de quienes cerrarán los ojos para no volver a abrirlos jamás.

Si te apetece dar tu opinión no dudes en hacerlo en los comentarios que encontrarás al final del texto. Me encantará conocer tus opiniones sobre este poema y el tema tratado en él.


Acabo de publicar una nueva fotografía en Instagram"La sombra de una duda" #Manos #Amor #Love #Hospital #Urbanphotography #experimentalphotos e #streetphotobw #streetlife #amateurs_bnw #spicollective #storyofthestreet #streetstyle #streetshot #blackliciou

Un final inesperado.

De ronda con la parca

acariciando la muerte,

un salto al más allá.

 

Una noche en soledad,

una larga oscuridad,

el abrazo a una duda,

al desconcierto y al temor.

 

Un arrebato final,

un mudo canto de sirena,

un brindis a una grada vacía,

una cornada fatal.

 

El miedo late ausente

con incierta curiosidad.

 

El pasado ya no es nada

y el futuro ya está aquí.

En la cama articulada

de un sórdido hospital.

 

La cálida mano de un hijo

que solloza junto a mi.

Que espera mi último hálito

con desamparo y con dolor.

 

Todo nace y todo acaba

y no por conocido

deja de parecer

un final inesperado,

una partida fugaz.

 

Tengas fe o no la tengas

en el instante crucial

somos uno y somos todos.

 

¿Somos todos iguales?

 

Unos más igual que otros

afrontamos la partida.

Con paz, serenos y en armonía

o a golpes con la vida,

con la vida que perdemos,

y con la que está por llegar.

 

© “Un final inesperado” es un poema de Oriol Villar -Pool