Durante mucho tiempo la fotografía que ilustra esta entrada ha regresado de modo intermitente a mi vida. La tomé en un inolvidable viaje a Italia. Desde que monté esta panorámica de Venecia, usanto los métodos manuales más tradicionales que uno pueda imaginar, jamás me decidí a enmarcarla. Ni tan siquiera le ofrecí un espacio digno desde el que recordar el torbellino de sensaciones que la visita a la ciudad italiana provocó en mi.
Pero por fin ha llegado el momento de dar a esta panorámica el lugar que sin duda creo que merece. Al ponerme a ello me invadió la duda sobre el tratamiento que debía dar a la imagen. Por un lado, a poco que sigas mi galería en Instagram sabrás de mi afición, «cuasi devota» por el Blanco y Negro.
Creo sin lugar a equivocarme que los matices que puede ofrecer a una imagen mediocre una cuidada escala de grises, aporta a la fotografía un carácter que de otro modo podría pasar, y de hecho así ocurre, desapercivido.
Por otro lado, la imagen original fue tomada en color y durante el trascurrir de los años así la he contemplado. Si bien es cierto que el resultado en Blanco y Negro me satisfizo, no me he podido resistir a mostrar aquí también el resultado de la panorámica con sus colores originales. Colores capaces de traer hasta mi el fuerte olor del mar y la brisa gélida que acariciaba mi rostro en el instante de inmortalizar mi mirada.
«Venecia, Sobrevivir a la historia»
En mis viajes he transitado por muchos lugares. Unos eran remotos; otros exóticos o raros y algunos, muchos, extraños.
Sitios románticos, enigmáticos, pintorescos, emotivos, arrebatadores y excitantes…
..Pero si en algún lugar he sentido que el temblor de mis piernas y el palpitar albotado de mi corazón se fundían en un solo arrebato que me conducía al éxtasis, ese lugar es la hermosa y única ciudad de Venecia.
A pesar de las infinitas imágenes que uno haya podido ver sobre esta ciudad flotante, de textos de todo tipo que se haya podido leer, nunca podrá imaginar nadie hasta qué punto puede llegar este paraiso de canales, de arte, de emociones, de romanticismo y de amor loco y apasionado.
La noche de tormenta en la plaza de San Marcos; el «Aqua Alta»; el sabor del café recién molido; el gusto del tiempo impregnado en cada rincón; el fuerte olor del agua del mar; el silencio de las góndolas; los rincones en los que los amantes se arrancan la vida ante la inferencia de sus amadas.
Venecia es un decorado operístico en estado puro, es un sueño de excesos y de comedida delicadeza. Es un universo de pasiones y de belleza, de culto a lo sublime y de pasión por lo extrañamente efímero.
Venecia siempre ha estado allí y en ella han muerto los enamorados y vivido los amantes.
Venecia ha resistido al tiempo y al mar, pero ni siquiera ella sabe por cuanto más podrá sobrevivir a la historia.
Pocas veces he mirado atrás al partir y mis lágrimas han empañado mi visión y nublado mis sentidos como cuando abandono la ciudad de Venecia, el Edén de los canales, el paraíso del amor y sus excesos.
© «Venecia, Sobrevivir a la historia.» es una fotografía de Oriol Villar-Pool
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