Cuando del amor ya solo queda su recuerdo, éste puede trasnformarse en una idealización, generalmente distorsionada y tendente al absurdo. Por el contrario, si la víctima es capaz de racionalizar los sentimientos, de canalizar las emociones, de gestionar los sentidos y ordenar sus recuerdos.
Si es capaz de lograrlo, entonces y sólo entonces puede, y solo puede, que esa persona doliente y magullada por los zarpazos del frío y el desinterés ajeno pueda transformar ese revoltijo de emociones contrapuestas y perversas en un sentimiento positivo, asertivo, claro y certero.
Un sentimiento que pueda dirigir su rumbo hacia un nuevo mundo. Hacia el mundo de la paz, de la felicidad, de la armonía, de la seguridad en uno mismo. De todo lo dicho y también del convencimiento de que para que el amor tenga cabida en la vida de cada uno de nosotros, primero habrá que trabajar de modo riguroso el cultivo de la simiente del amor más importante. De amor pilar de todos los que habitan en el universo y soporte básico para todos los demás. Por supuesto, y como no puede ser de otra manera o modo, me refiero al propio, al amor propio. Al más importante de los amores, y sin duda de ningún tipo, al más placentero y al que mayores alegrías vaya a proporcionarnos a lo largo de nuestra existencia, tanto terrena como etérea.
Si te apetece dar tu opinión no dudes en hacerlo en los comentarios que encontrarás al final del texto. Me encantará conocer tus opiniones sobre este poema y el tema tratado en él.
Vidrios rotos.
Tus labios son
vidrios rotos
que sajan mis besos
y matan mi amor.
Que quiebran mis sueños,
que ahogan mi paz.
Son nubes inciertas
que llegan del mar.
Ya no queda nada
con que comparar
los tiempos remotos
que quedaron atrás.
Recuerdo tus besos
de frío glacial.
Tus manos heladas y
tu silencio mortal.
© “Vidrios rotos.” es un poema de Oriol Villar-Pool
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