Una mañana temprano mientras preparaba un café fuerte para afrontar una jornada que prometía ser complicada tras una noche de inquietud y desvelo, consulté algunos titulares desde mi teléfono móvil y me quedé helado. No podía creer lo que leía, Chick Corea había muerto. Al parecer una enfermedad y la edad se lo habían llevado por delante. Me quedé allí quieto, impactado como cuando muere alguien muy próximo a quien habías dado por inmortal desde niño.
En un espejo roto.
Recuerdo con cariño el primer disco de jazz que compré. Era el Trio Music (ECM 1982) de Chick Corea, Miroslav Vitous y Roy Haynes. Era 1982 y yo por aquel entonces apenas sabía nada, ni de música ni de la vida ni de nada de nada. Pasaron unos cuantos años hasta que pude ver en directo a Miles Davis y a Dizzy Gillespie y algunos menos hasta que asistí a los alardes virtuoso-populares de Corea y a la exquisitez y la exploración de Miroslav Vitous. No sería hasta 2009 cuando al recibir un premio en el Jazzaldia (festival de jazz de San Sebastián) tuve la oportunidad de saludar a Roy Haynes y mostrar todo mi agracedimiento por su trabajo, por tanta belleza y tanta energía como nos había trasladado a los aficionados durante su carrera .
Y pasaron las décadas y decenas y decenas de cd’s fueron apilandose en mis esanterías. Chick Corea aparecía en mi vida periodicamente. Lo hacía con una u otra formación, con uno u otro proyecto, pero siempre siendo él. Venía en trío, en solitario, con banda acustica o electrica, e incluso con Return to forever y él siempre estaba allí. Pasaban los años y él evolucionaba y exploraba terrenos siempre por descubrir y nosotros lo amabamos y lo odiabamos en igual medida. A veces con sobrepeso y con sus impagables camisas de estampados imposibles, o delgado y elegante, recalaba por aquí y por allá verano tras verano, y con el tiempo pasó a formar parte de nuestras vidas, al menos de la mía.
Pasaban los años y #ChickCorea evolucionaba y exploraba terrenos siempre por descubrir y nosotros lo amabamos y lo odiabamos en igual medida. #OriolVillar #ElSilenciodelosLocos Compartir en X
No hace mucho, apenas dos meses antes de que me siente a escribir estas líneas, el doble Lp Trío Music me llamó desde la estantería en donde dormía el sueño de los olvidados dede hacía demasiado. Estaba allí, con su lomo ligeramente sobresaliente y destacando de los demás. Lo vi y entonces no le presté demasiada atención. Pero durante toda la tarde la imagen de esa cubierta verde con caracteres amarillos que había vivido conmigo durante cerca de cuarenta años reclamó mi atención. Me aproximé a la estantería lentamente, apenas me hizo falta mirar para saber en qué lugar exacto se encontraba. Estaba alli entre el Dexterity del Art Ensemble of Chicago y el New York de Dave Brubeck. No me pregunten por la razón de ese orden si es que había alguna otra diferente al lugar en el que quedaron tras la última escucha en un tiempo ya imposible de recordar.
Me senté en mi butaca, en ese sacrosanto lugar en el que me gusta leer y escuchar la música que requiere de mi atención. El disco contiene dos vinilos, uno dedicado a la las improvisaciones en las que tan magnificamente se movía Corea y otro dedicado a versionear a Thelonious Monk. Me incliné por el primero pues siempre me ha estremecido esa capacidad para construir un espacio sonoro único y capaz de penetrar hasta en lo más profundo de mis sentidos.
Mientras la cara A iba desgranando las distintas improvisaciones en trío o en dueto, me fui sumergiendo en un pasado que sentí tan presente como si me abofeteara ahora sin compasión. No podía comprender cómo había abandonado durante tanto tiempo una música tan excitante. Vinieron a mi memoria los comentarios, imagino entusiastas, de la crítica especializada que me llevaron a adquirir éste y no cualquier otro de los discos de las muchas bandas que por aquel entonces habrían actuado en el festival de jazz de mi ciudad.
Me sentí cerca de Chick Corea, aunque como un buen amigo afirma «este hombre es capaz de lo mejor y de lo peor» y aunque creo que tiene razón -siempre suele tenerla- yo siempre lo he llevado siempre dentro de mi corazón.
Durante una semana y media aproximadamente escuche con interés y pasión cada una de las cuatro caras del disco. Tuve que desempolvarlo, limpiarlo, mimarlo y quererlo para que él me devolviera el amor que yo le estaba entregando. Sé que me hubieran bastado un par de cliks para escucharlo en Spotify, pero yo quería difrutarlo en vinilo con todas sus imperfecciones y en toda su gloria.
Sé que con un par de cliks podría escucharlo en Spotify, pero yo quería difrutarlo en vinilo con todas sus imperfecciones y en toda su gloria. #OriolVillar #ElSilenciodelosLocos #ChickCorea Compartir en X
Pasé varias noches disfrutando otra vez del piano enérgico de Corea, del misterioso y susurrante contrabajo de Vitous y de la inquietante percusión de Roy Haynes. Así se lo hice saber al baterista en nuestro encuentro en 2009, a cambio recibí una sonora risotada y una palmada en la espada que no supe cómo interpretar. Quizá los aficionados sacralizamos en exceso el trabajo de los artistas a los que admiramos y es posible que ellos no se lo tomen tan en serio como nosotros, no lo sé. Me estrechó la mano y con una grave voz me dio las gracias por mi comentario. Con amabilidad autografió mi vinilo y abandonó la sala camino del recinto en donde ofrecería un concierto más en su trayectoria. Un Show que probablemente olvidaría al subir al próximo escenario, pero que al menos para mí pasó a formar parte de mi bagaje musical y de mi experiencia vital.
Pasó el tiempo y mi atención comenzó a fijarse en otras cosas, en otros artistas, en otros talentos y fui dejando de lado El Trío Music, pero había algo en aquel volumen que se resistía a ser devuelto a su refugio. Quizá se negaba a dormir de nuevo durante otro largo tiempo, o quizá para no ser escuchado ya nunca más. Pero tras dos o tres semanas en las que otros vinilos iban y venían de la estantería al giradiscos y viceversa, el disco doble de Corea continuaba allí. Nos observabamos por las mañanas mientras tomaba mi café. En ocasiones escuchaba alguno de sus temas, sobre todo el Duet Improvisation pt1 y el Reflections de Monk y me marchaba a trabajar dejando el plato listo para mi regreso.
Pero una mañana temprano mientras preparaba un café fuerte para afrontar una jornada que prometía ser complicada tras una noche de inquietud y desvelo, consulté algunos titulares desde mi teléfono móvil y me quedé helado. No podía creer lo que leía, Chick Corea había muerto. Al parecer una enfermedad y la edad se lo habían llevado por delante. Me quedé allí quieto, impactado como cuando muere alguien muy próximo a quien habías dado por inmortal desde niño.
No podía creer lo que leía, Chick Corea había muerto. Al parecer una enfermedad y la edad se lo habían llevado por delante. #OriolVillar #ElSilenciodelosLocos #ChickCorea Compartir en X
Entonces comprendí por qué Chick Corea se me manifesto a través de su obra. Por qué destacó su disco sobre los demás, por qué se resistía a regresar a su estante y al olvido. Sin duda en esas fechas Corea ya debía saber que le quedaba poco, que el mundo ya no era cosa suya y probablemente no quería sentirse tan solo. Quizá deseaba que alguien en el otro extremo del mundo le hiciera compañía en los instantes en los que el tránsito incia su camino sin retorno.
Chick Corea ya no tocaría nunca más para mí, tan solo permanecería en sus grabaciones y en los inmumerables conciertos que de él pueden verse en YouTube, pero yo sabía que ya nunca sería lo mismo. Asistir a la obra de Chick Corea sin Chick Corea en este mundo, sería a partir de ahora como mirar el mundo reflejado en un espejo roto.
El silencio de los locos.
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© «En un espejo roto» es una fotografía de Oriol Villar-Pool.
Corea, Economou: Invention (Improvisation) · Nicolas Economou · Chick Corea
Bobby McFerrin & Chick Corea – Spain – LIVE HD
Los espejos son el reflejo que no nos gusta ver y si esta´roto como éste, pues menos. Me ha encantado tu texto y la fotografía. También es tuya?
Qué razón tienes Walter. Muchas gracias por tu comentario tan acertado. Un abrazo