Durante años de noches de juventud y alcohol mi único propósito fue llegar al alba con fuerzas suficientes para volver a casa. La soledad del regreso era algo que ya tenía asumida. Lo que no parecía haber encajado tan bien, era el paso del tiempo. Yo cada vez era menos jóven y mis noches menos agitadas. Cuando de madrugada una jovencita se te acerca a la luz de una farola intermitente, uno fantasea con placeres furtivos y susurros emocionados. Pero cuando ocurre lo que a continuación relato, no sólo los hechos te develven a la realidad sino que también te hacen regresar a tu edad… Cuando ya no eres ni un posible peligro en las oscuras calles del invierno provinciano. Seguir leyendo