De Wiskería en lupanar, Máximo y Artemio, dos hijos de puta sin límites,  perfilan los detalles de su gran farsa. Putas, lonchas de farlopa, whisky y toda la basura del mundo  son el único lenguaje que entienden.
Son meses desquiciados de farándula e improperio. Los directivos de las televisiones se apuñalan en los retretes por una bronca en directo. El share es vocablo común con el que despertar cada mañana. Caché, Plus, dieta, hotel y aeropuerto son casi la única cosa que desvela a Máximo, interesa a Galán, pone cachonda a Lupita y que Marcelino no llega a entender.

Si no has leído aún las cautro primeras entregas de Doble o Nada te recomiendo que lo hagas ahora mismo y asi disfrutarás mejor de este capítulo.


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Doble o nada. Un relato de Oriol Villar-Pool


 

Son meses desquiciados de farándula e improperio. Los directivos se apuñalan en los retretes por una bronca en directo. El share es vocablo común con el que despertar cada mañana. Caché, Plus, dieta, hotel y aeropuerto son casi la única cosa que desvela a Máximo, interesa a Galán, pone cachonda a Lupita y que Marcelino no llega a entender.

Pero Marcelino siempre tiene a su cuñado a su vera guardándole el culo y tirándose a sus despojos. Su mujer le puso en la calle con dos mudas, una cuchilla de afeitar y 150 Euros. No quiso entender nada. Marcelino tampoco pudo. Pedro estaba tan deslumbrado regalando tangas a bailarinas sin estudios, que mandar a su familia al vertedero se la traía al pairo. Pero por fortuna ahí estaba Artemio Laca representante de artistas, para devolver el seso a quien lo había perdido y para hacérselo perder a quien aún lo conservaba.

Pedro regresó al nido bajo amenaza de denuncia judicial y a ella se le fue la olla al intuir el chorreo que les podía caer si no jodían la baraja antes de la partida. Artemio siempre ha sido muy persuasivo. Para todo.

Máximo y Artemio, correosos camaradas de alcoholazo y lupanar, siempre han comprendido el auténtico sentido de la palabra negocio. «Siempre hay un rabo para un buen culo y yo estoy aquí para juntarlos» de esta guisa solían terminar las disquisiciones en los reservados de medio pelo en los que ingenuas que se lo tragaban todo se prestaban a cambio de nada, tan solo la esperanza de un papelito y de pasar a cobrar algo más que un par de hostias.

Los directivos se apuñalan en los retretes por una bronca en directo. El share es vocablo común con el que despertar cada mañana. #Relato #DobleoNada #Oriolvillar Compartir en X

Las agendas de los dos representantes estaban más sobadas que la polla de un ángel en un convento. El elenco de disparate que allí se reunía acojonaría a cualquiera. El viento se había llevado a los decrépitos y la caspa incorpora a un nuevo huracán de indigentes mediáticos dispuestos a todo y por cualquier sitio.

Máximo y Artemio, Artemio y Máximo, como alquimistas hertzianos, añadían semana a semana nuevas sustancias alucinógenas a la pócima. Ex-novias, antiguos amantes, padres putativos y putas madres. Todo tenía un peso en la balanza de los negocios.

Marcelino pasó noches en vela y vigilias mamado. Los posos de vacío que dejaban en su corazón tanta bronca le hicieron erupcionar el pellejo abrasado de tanto maquillaje y humo de antro.

-Han llamado de Fahrenheit nos quieren mañana allí.

-¿Ha paso algo?- Pregunta Pedro prensando un cilindro de 50 euros presto a alegrar sus próximos minutos.

-Un grupo de tías que creían haberse acostado con Galán han denunciado a Marcelino por farsante y por cabrón.

-¿Todas juntas?

-En una plataforma. ¡Lo que es chavalito! – dice Artemio acariciando la nuca de su protegido-. Con la cara de bueno que tienes has dado por el culo a más gente en unos meses que muchos dictadores sudamericanos.

-¿Y qué dice Galán?- pregunta Pedro tras dar cuenta de una loncha desproporcionada.

-El cabrón está que se sale. Dice que no ha currado más en toda su vida. Por fin alguien ha debido convencerle de que el cine no es lo suyo y parece que con la nariz empolvada le pueden ir dando por saco a Shakespeare. Creo que quiere movilizar a todos los taxistas y a los hosteleros a los que has paleado en su nombre y ha ofrecido una gira por las autonómicas.

Alguien le ha convencido de que el cine no es lo suyo. Con la nariz empolvada le pueden ir dando por saco a Shakespeare. #Relato #DobleoNada #OriolVillar Compartir en X

-¡Pero ese tío es un cabrón!- dice Marcelino.

Las palabras de Marcelino siempre desconciertan a Artemio. Quisiera saber a qué atenerse.

-Si es tonto que lo diga ¡ Coño! Y si no que disfrute como hacemos los demás. Está ganando más pasta de la que puede imaginar y todavía se queja.

La avaricia emputece a Artemio. Quizá no sea tan hijoputa como es.

-Si es tonto que lo sea. A mí me suda la polla-. Repite Máximo poniendo a prueba sus arterias.

-Cuanta más cara de imbécil tenga más cachonda se pone la peña. Y eso es pasta Chaval… ¡Eso es pasta! No te olvides de por qué estamos aquí. Sus chorradas nos van a asegurar la jubilación. Quedaron muy atrás los tiempos en que nuestros chicos sabían hacer algo.

Artemio espera una opinión de Pedro. La chota blanca de vicio y la mirada en viaje interestelar.

-¿Y pagan bien?

-Ya sabes como va esto. Este imbécil no está lúcido ni con todas las gambas de Argentina-. Se reconcome Artemio -. A más hostias más viruta.

Pedro resopla su descojono y la Navidad regresa como el turrón. Se cabrea. Lame a su alrededor como un caniche lamecoños y se desploma sobre un sofá con muchas historias que contar.

Ya sabes como va esto-. Se reconcome Artemio-. A más hostias más viruta. #Relato #DobleoNada #OriolVillar Compartir en X

Una auxiliar pica la puerta y la rueda comienza a girar. Marcelino traga saliva, barbitúricos y whisky. Del brazo de Artemio salta al ruedo. Detrás del decorado, la bronca en el plató te aprieta el culo y libera tus pestilencias.

El presentador, un viejo cantante y Showman reconvertido en propagador de estulticia. Las deudas y una amenaza de muerte le devolvieron a la pantalla, le cogió el gusto y hace diez años que jodiendo las noches se gana la vida y pierde la decencia.

Continuará…


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*© “Doble o nada.” es un un relato de Oriol Villar-Pool