Sexta entrega de Doble o Nada relato en el que Alfredo Galan y Marcelino viven desaforados devorados por una farsa con la que alimentan sus estómagos, su vanidad y las tardes televisivas de un país podrido.

Noches de lupanar y de fulana vieja son los ambientes en los que se cuece y se recuece la trama de esta historia en la que Alfredo y Máximo, su «fiel» representante  discuten sobre estrategia al son del crujir de las rodillas de las lumis.

Alfredo será víctima de una emboscada de la que saldrá como pueda. Odia todo este estercolereo pero duda sobre si podrá vivir sin él.

Si no has leído aún las cinco primeras entregas de Doble o Nada te recomiendo que lo hagas ahora mismo y asi disfrutarás mejor de este capítulo.


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Doble o nada. Un relato de Oriol Villar-Pool


 

La habitación es una penumbra fétida de sobaco y entrepierna. Unos velos de colorines amortajan las lámparas en un inútil intento de camuflar los pellejos momificados que alivian a Máximo y a Galán. Los últimos tiempos han sido un exceso a calzón bajado. En la tele por detrás y en los burdeles por donde se tercie.

-Si nos lo podemos permitir. ¿Me quieres decir por qué siempre acabamos con estas viejas?- Pregunta Alfredo entre espasmos.

-Nadie en el mundo te afilará mejor que una experimentada zorra con la dentadura en la mesilla.- Máximo siempre sabe que responder en estas ocasiones.

Una de las Lumis intenta levantar la cabeza. Unas falanges indiscutibles frenan su intento de reivindicación. Máximo es generoso como un chulo, y macarra como el que más cuando le da. Galán no tiene la sangre para discusiones. Agarra la grasa teñida de la suya y le marca las embestidas. Dos disparos recorren su espalda y sus pelotas dan de cenar a la miseria que de tanto libar ya ha perdido el regusto.

Con unos gramos menos en los huevos y unos más en la nariz, Galán encuentra el valor para soltar lo que le aprieta.

-Ya sé que estás llevando todo esto a tu manera y no me quejo Máximo… Ya sabes que confío en ti más que en mi padre. Pero cuando empezó todo esto… Yo era quien estaba indignado por que ese Marcelino se hacía pasar por mí. Yo iba a un programa lo ponía a parir y luego iba él y así nos hemos forrado todos. Pero tú ya sabes que lo mío es la interpretación. Que esto no es nada más que algo circunstancial. Y así me lo he tomado. Pero es que últimamente el que lleva la voz cantante es él. Yo me limito a seguirle de plató en plató. A responder a las barbaridades que dice de mí. Y eso, Máximo, no me parece que está bien. Por que aquí la estrella soy yo. Vamos o eso es lo que yo creía hasta hoy.

Con unos gramos menos en los huevos y unos más en la nariz, Galán encuentra el valor para soltar lo que le aprieta. #Relato #DobleoNada #OriolVillar Compartir en X

-¿Y?

Alfredo Galán sabe que no tiene opción. Máximo en la oficina es duro y claro, pero en los pudrideros de la noche resulta inflexible. Galán ha llevado todo esto con decisión y entrega. Pero en la vida de uno hay momentos y cosas sobre las que no puedes saltar.

Hace semanas que Galán mal duerme cabreado consigo mismo. Una tarde en la que salió a comprar unas revistas se le abalanzó un chocholoco al que no pudo quitarse de encima y mucho menos de debajo. No había tenido un buen despertar Galán y un amanecer desbocado como aquel, aunque el sol estuviese en retirada no le pareció mal entretenimiento.

La caja de un ascensor hecha lupanar rezumaba hormonas en el pulsador de cada planta. Galán ensarta con rabia de perdedor a la promíscua candidata a zorra. Son tantos los fuegos de artificio que despliega la jaca que Alfredo Galán en pena embestida, recibiendo el aroma a macarrones con tomate de menú del día en su cuello, sospecha de tanta y tan fácil entrega.

Nunca ha tenido dificultad Alfredo en hacerse con lumis que no lo parecían y con señoras que no lo eran, pero este ventilador en la pinga que le acompañaba al cielo resultaba cuando menos, precipitado. Su falta de entusiasmo la suple la Yoli o la Vanessa o la Lupe, o como cojones se llame, con profesional destreza.

Alfredo con el culo al viento y la verga a cubierto, desenvaina con destreza de corsario y antes de que sus calzones vuelvan a su sitio y que ella se sienta abandonada, los sicarios del cuarto poder, hijos de puta sin más escrúpulo que vender los fetos de sus hijos recién concebidos, caen sobre él como las hormigas que aniquiló el Charlton Heston de la Marabunta.

La zorra sube sus bragas, baja su falda y atusándose el pelo posa con cuerpo de almanaque. Sabe que a nadie le importará su nombre. Pero si la suerte sonríe al menos una sola puta vez en toda su vida, quizá pueda arreglarse la boca rota por tanto desamor, dejar la carretera y comprar una camiseta del Messi a su churumbel.

-¿Pero qué haces gilipollas?- vocifera uno de los hijoputas .

– ¡Sácate una teta al menos Joder! Que así esto no vale ni para tomar por culo.

Alfredo Galán ha conseguido huir de la ratonera. Ha corrido como hacía tiempo que no lo hacía. Qué atrás habían quedado los tiempos de loros, burras y comercios de viejas a los que palear y salir por pies. La pasma siempre en Babia y la peña mirando para otro lado con el acojono en las sienes y el cerebro lleno de mierda. Pero aquello eran otros tiempos. Hoy Alfredo Galán huye por otros motivos, aunque el objetivo parece continuar siendo el mismo. Al parecer todo el mundo trata de encularle a la vuelta de cada esquina.

Aquello jodió a Galán. Le jodió y le envaneció. Que no le dejaran en paz ni en sus desahogos suponía un trastorno, pero que alguien estuviese dispuesto a pagar por verlo llevaba su ego a cimas que podrían cachondo a cualquiera.

Alfredo escondido en la garita de la portera hizo de ratón a la espera que la manada de gatos se diera por vencida. El olor a zapatilla vieja, braga sucia y sobaco añejo de portera como las de antaño, le devolvió a una niñez que tan pronto dejó de serlo que la fugacidad del recuerdo pasó como el Flash de uno de los comemierdas que vivían de gente como él.

El olor a zapatilla vieja, braga sucia y sobaco añejo de portera como las de antaño, le devolvió a la niñez. #Relato #DobleoNada #OriolVillar Compartir en X

Continuará…


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© “Doble o nada.” es un un relato de Oriol Villar -Pool