Cuando tras una noche de amor el sol apunta tras los visillos de una habitación desconocida puedes hacer dos cosas. Puedes girarte en la cama y observar con ternura el rostro de con quien duermes, o por el contrario puedes salir corriendo.
Puedes entrar en pánico y todos tus prejuicios, tus ideas preconcebidas, tus malos recuerdos que traumatizan tu memoria y atormentan tu corazón se ponen en pie de guerra. Es en ese momento cuando te invade la duda, cuando quisieras no ser «así», pero la luz del sol te devuelve a la realidad, a tu realidad.
Y por angelical que pueda ser el alma pura con quien has compartido el amor y el sueño, tienes tanto miedo a caer de nuevo en los mismos errores del pasado que prefieres huir. Optas por dejar atrás cualquier posibilidad de que la vida te lleve por lugares desconocidos. De que el amor te descubra universos inexplorados en los que puede que incluso llegues a sentirte cómodo.
Pero, por otra parte, cabe la posibilidad de que para ella no seas más que el pedazo de carne que la hizo gozar bajo los efluvios del alcohol y la magia de un solsticio de verano. Entonces tu humillación será aún mayor que el calvario de sentirte atrapado en una relación indeseada.
Pues bien amigo, y también tú amiga claro que si. En la vida hay que echarle cojones al asunto y afrontar de cara las decisiones que uno toma con las consecuencias que conlleva. O por otra parte puedes salir huyendo, como alma que lleva el diablo, y permanecer por siempre sumido en la duda de si aquel polvo hubiera podido ser el principio de algo.
Nadie dijo nunca que esto del folleteo para los sentimentales fuera cosa fácil de racionalizar.
Si te apetece dar tu opinión no dudes en hacerlo en los comentarios que encontrarás al final del texto. Me encantará conocer tus opiniones sobre este poema y el tema tratado en él.
Tarde para no amarte.
Me visto al amanecer
recupero mi ropa
de cada rincón de tu casa.
Me marcho si decir nada.
Tú duermes serena y hermosa,
respiras pausada y se te ve feliz.
No sé por qué me voy
cuando despiertes no quiero estar aquí.
Lo de anoche estuvo bien,
estuvo muy muy bien.
Fue genial pero no sé lo que quiero.
Tu mirada es azul y tu sonrisa de ángel,
eso me cautivó y me robó la voz
pero no sé qué esperas de mi.
ni sé que espero de ti.
Todo ha sido genial
desde que te conocí.
Parece una eternidad
pero tan solo fue ayer.
No recuerdo tu nombre
ni sé nada de ti.
Pero me suelo enamorar
de quien no debo.
De modo que a pesar
de tu mirada transparente,
de tu sonrisa de ángel
y de tu hermoso respirar
abandono tu hogar ahora,
ahora que todavía puedo.
Antes de que me hagas sufrir,
antes de que no te pueda olvidar,
antes de que sea tarde para no amarte.
Después de haberte hecho el amor
y de que tu me lo hicieras a mi.
Después de que me atravesaras
con tu dulce mirada azul
y me hicieses enloquecer
con tu sonrisa angelical
y con tu voz del mas allá.
© “Tarde para no amarte.” es un poema de Oriol Villar-Pool
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